Agradecer que la noche transcurrió sin sobresaltos (la luna pasa por la puerta a saludar cuando va de recogida, no más tarde de las cinco), agradecer que el sol se alce sobre los edificios y pueda verlo buceando una azotea. Cerrar los ojos acurrucado en tu ausencia (recordarte me desviste de distancia) y pedir -en voz muy baja- que haya hoy vientos del norte y te sean favorables.
