Como palcos vacíos o estanterías sin libros, mientras chirría el columpio del parque, ahora que el reloj marca las otoño en punto. Como una bombilla sin luz o un postigo encallado. Como tus ojos cerrados que miran hacia otro sitio. Han enmudecido los vencejos y no hay valor o añadido en el precio del impuesto. Calla también la carretera. Hace tanto frío dentro que se empaña el cristal de la farmacia, único escaparate consentido. Hace frío y cierro la cremallera y bajo la mirada. Un paso más en el camino de baldosas renegridas. Me mojo los pies en todas las que esconden charcos.
